El becerro de oro del buenismo

19.12.2018

El buenismo rampante que durante todos estos años de gilipollez asfixiante está haciendo de las suyas por este mundo de nuestro señor tiene una deuda impagable con la Biblia, más concretamente con el Viejo Testamento y esa idea de Dios colérico y castigador. Me explico. Todos estos adalides de causas nobles han restaurado el concepto del pecado original por el cual toda la humanidad arrastraba sin remedio una mácula imposible de expiar. Adán y Eva cometieron el gran error de ofender al Altísimo y por ello toda su descendencia habría de sufrir sine die las consecuencias de su afrenta. No hay inocentes. No hay individuos buenos y malos puesto que no importa la individualidad, no importan tus actos. Solo importa tu pertenencia al grupo, y tu grupo está marcado por ese pecado irredento. No hay nada que puedas hacer para escapar. Estás jodido.

Eso es lo que han rescatado. Se están cargando la responsabilidad individual en favor de la culpa de grupo. Tú ya no eres responsable de tus actos sino de los del grupo identitario al que pertenezcas. Pero ahora el pecado original ya no es la ofensa a Dios. Este nuevo dogma de fe se llama privilegio. Privilegio de pertenecer a un colectivo determinado: sexo, raza, religión, orientación sexual etc. Hombres inocentes pidiendo perdón por ser hombres, personas blancas excusándose por el racismo de otras personas de su misma raza y así hasta el absurdo.

"Revisa tus privilegios" dicen. Ese marxismo quinceañero ha reconvertido la lucha de clases en una lucha de identidades. El nuevo becerro de oro es la ingeniería social, que mola mucho, y sus sacerdotes son los llamados justicieros sociales. Implacables, justísimos, paritarios, ecuánimes, tontos del bote, ignorantes e imbéciles. La razón ha sido reemplazada por la emoción. No se puede dialogar ni argumentar libre y pacíficamente si con ello ofendes las emociones de determinado grupo. Herejía y a la hoguera. Ya no importa la verdad si esa verdad ofende. Ha de ser inocua. La ciencia ya no puede ser ciencia si transita terrenos que amenacen esos dogmas del buenismo más bobalicón. El periodismo se ha de autocensurar por miedo de ofender a los sumos sacerdotes. Los artistas han de ceñirse al canon estipulado en aras del beneficio de la causa. La Justicia ha de ser impartida con la perspectiva del grupo oprimido. A este lado del Mar Rojo, el colectivo de oprimidos; al otro, el de opresores. Grupos heterogéneos en los que habrá (en ambos) personas ejemplares y grandísimos hijos de puta. No importa. Si eres de un grupo, eres de un grupo. Y punto. Dicen los curas que Jesucristo nos libró a todos del pecado original. A ver quién nos viene a liberar a nosotros de esta peste millenial. Podéis ir en paz.

Una Leslie - Una mirada nada autorizada
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