El negro de VOX

Bertrand N'Dongo es un camerunés afincado en España que estos últimos días ha sido invitado a pulular por la televisiones patrias para ser exhibido como mono de feria, como anomalía de la naturaleza, como mujer barbuda. Su deformidad: ser simpatizante de VOX siendo negro como el carbón. Los presentadores, como nuevos Comefuegos del teatro de marionetas, se frotan las manos y se mesan los bigotes anunciando con voz engolada: «De los creadores de "¿Hay algo más tonto que un obrero de derechas?" llega ahora el más difícil todavía. Señoras y señores, niñas y niños, con todos ustedes, El negro de VOX». Y luego, venga a entrevistarlo con la más vomitiva de las condescendencias (oiga, que es negro, tampoco le vamos a dar mucha cera, no sea que nos llamen racistas).
El triple mortal con doble tirabuzón y sin red llegó el otro día en el programa de Susanna Griso, Espejo Público. Resulta que don Bertrand, como ya había hecho en otras ocasiones, estaba hablando de las políticas sociales de Franco cuando la suma sacerdotisa, que ya no podía más con tanta contención, le soltó a bocajarro: «tú no tienes legitimidad para hablar de Franco». Toma. Y es que, a mi juicio, esta frase es absolutamente paradigmática y encierra en sí misma todas las taras de los nuevos colectivismos, de las nuevas políticas identitarias.
Un negro o es de izquierdas o no sabe ser negro, o critica ferozmente a todo lo que huela remotamente a fascismo 3.0 o carece de legitimidad. Un negro no es una persona independiente con pensamiento crítico e individual, un negro es parte de la negritud, un eslabón de la cadena de negros sin vida propia y como tal debe comportarse. Un negro no puede no ser negro.
Lo mismo sucede con otro tipo de colectivos. Una mujer no puede no estar a favor de la huelga del 8M, no puede ser crítica con este feminismo de pandereta y guadaña, no puede salirse del rebaño. Si lo hace, o es que no sabe ser mujer o está absolutamente alienada por el patriarcado opresor. Y entonces no tiene legitimidad, no sabe lo que dice, no es, en definitiva, una mujer de verdad. Pensad en cualquier otro colectivo y veréis que a sus disidentes se les trata de igual modo.
Se puede estar de acuerdo o no con los razonamientos de Bertrand N'Dongo, se puede estar incluso en los antípodas de su ideología política, pero no se puede negar su legitimidad para hablar de lo que considere oportuno simplemente porque su pensamiento no encaja dentro de lo que se presupone que debe pensar el colectivo al que pertenece.
Por cierto, la repuesta de N'Dongo a Griso fue la siguiente: «Usted habla de la Segunda Guerra Mundial. ¿Estuvo allí?».